dime que me quieres y
que no puedes vivir sin mí.
Di lo que yo no digo,
siente lo que yo no siento,
ama lo que está prohibido amar;
víveme y respira cada centímetro
de mi cuerpo hasta que mi corazón,
ahogado por tus te quieros,
abandone su regular latido y
se convierte en otro fugaz
haz de tu infinita mirada.
Tú, yo y nuestra botella. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Resquicio de nuestros gritos